miércoles, 3 de noviembre de 2010

Odio.


¿Por qué (perdón por la redundancia) se odia el odio? Nos dicen que seamos buenos, amables, que le veamos el lado bueno a todo y a todos, que no guardemos malos pensamientos hacia otros.

Y UNA MIERDA.

El odio es lo más jodidamente catártico que existe. Si alguien te la ha jugado, te deja hecho una piltrafa... ¿te vas a poner a hacer yoga o ganchillo mientras escuchas un relajante tema de ascensor? No, haces sonar Slayer todo lo alto que permitan tus altavoces mientras le pegas a lo que tengas más cerca y no sea susceptible de sufrir daño, o rompes algo si tienes la suerte de que haya algo inservible a mano.

El odio es bueno. Nos permite dar rienda suelta a todas las emociones violentas que tenemos dentro de una forma controlada y racional, y no explotar luego con quien no viene a cuento. Deberían enseñarnos a expresar nuestro odio, aprender a odiar a quien se lo merece. Si no lo hacemos, se acaba siendo una buena persona a la que una mitad pisotea y la otra mitad ignora porque se deja pisotear. Exteriorizarlo, y exteriorizarlo bien, es una de las mejores cosas que se puedan enseñar.

Porque, al contrario de lo que dijo un famoso carpintero hace unos 2000 años, los mansos no poseerán la tierra.

Odiad, queridos míos, y el mundo será vuestro.


PS: Es mi primera entrada como bloguero, desvirgado quedo.

2 comentarios:

  1. Has empezado bien, me gusta :) No sabes cuanto te comprendo, aunque últimamente me ha dado por poner a Hamlet a toda mecha, yo me relaja más que con Slayer...

    ResponderEliminar
  2. Ya te tocaba, buen hombre. Qué me alegra que te haya dado por escribir.

    Y sí, el problema real con esta mierda es que el odio está minusvalorado por completo. Bien canalizado, es la única manera de hacerse respetar ante ciertos elementos, y también un buen pretexto para ser honesto y liberar toda la tensión que supone el comportamiento-paradigma.

    ¡Buena entrada! Mantén el ritmo y las maneras. Te quiero un hueval, puto.

    ResponderEliminar